delfines moteados

Soy biofílico ¿Quién le entra?

«Hola, mi nombre es Chano Montelongo… y soy biofílico». Así me veo dentro de un tiempo, como en una terapia de grupo por dependencia o por enfermedad crónica. En un mundo cada vez más artificial e insensible, los biofílicos como yo empezamos a ser un estorbo o, en el mejor de los casos, un friki que está a punto de desaparecer.
La biofilia es nuestro sentido de conexión con la naturaleza, la pasión que el ser humano desarrolla por el resto de seres vivos. Es un vínculo emocional de quienes luchan por conservar lo que queda del medio ambiente.
Anoche, repasando algunas de mis fotos que obtuve en la remota isla chilena de Robinsón Crusoe volví a recordar los momentos tan especiales que viví fotografiando a los lobos marinos de dos pelos, especie endémica, y cómo la conexión entre ellos y nosotros rompía las barreras habituales que hay entre ambas especies, como nosotros jugábamos a ser peces y a respirar bajo el agua y ellos, jugaban a ser humanos, imitando nuestros movimientos… O cuando tuve que hacerme el crazy (el loco), bufando y gritando bajo el agua como un poseso, con una pareo multicolor atado a la muñeca, para llamar la atención de un grupo de delfines moteados en Bahamas, que me regalaron, quizá, la mejor foto de mi carrera como fotógrafo submarino.

león marino
Tras vivir estas experiencias -nunca dejaré de dar las gracias a quien corresponda por dejarme vivirlas-, me desespera saber que, en la actualidad, nuestro planeta sufre una extinción generalizada de especies a causa de la presión que ejercemos los hombres. Es tan brutal y acelerado este estrujamiento planetario que habría que remontarse al momento de la extinción de los dinosaurios para encontrar un precedente similar.
Afortunadamente, me consuela pensar que todavía hay gente luchando por los derechos del planeta y contribuyendo, día a día, a conservar la mayor riqueza que posee el ser humano. Un arduo trabajo pero que será clave en la lucha por la conservación de este planeta
Salvar la biodiversidad es necesario por ética y por espíritu práctico. Todo aquello de lo que dependemos, desde los alimentos a las medicinas, pasando por los microorganismos que limpian en el agua o el aire forman la gran trama de la vida, la biodiversidad. Por eso, yo me declaro biofílico ¿quién le entra?
¡Larga vida a los océanos!

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